No podemos llegar a imaginar la cantidad de energía que desperdiciamos por culpa de estas fugas, las pérdidas de calor debido a las deficiencias en el aislamiento del hogar. Es tan alto el grado de despilfarro que hay quien se ha puesto a hacer números al respecto.
Técnicos de organizaciones de consumidores y entidades ecologistas han salido a la calle con sus aparatos y se han metido en casa de la gente a medir la energía que estaba consumiendo la caldera para valorar después el aumento de temperatura que se conseguía dentro de la vivienda. Se ve que la operación es relativamente sencilla: tanto por tanto da tanto. Y al conocer los resultados me he quedado helado (y nunca mejor dicho): más de un 30% de la energía que utilizamos para calentar nuestros edificios la perdemos sin sacarle ningún provecho; la tiramos, de hecho. Esto de media, pues hay viviendas anteriores a la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación (es decir, la inmensa mayoría en Cataluña) donde esta desproporción llega a superar el 60%. Disfrutamos de menos de la mitad de lo que consumimos, o dicho de otro modo, pagamos más del doble por la energía que en realidad usamos.
Es por eso que después, cuando a final de mes nos llega la factura del gas o electricidad, nos llevamos las manos a la cabeza ante las cifras. Pero entonces ya no hay nada que hacer, nos rasgamos las vestiduras, buscamos culpables en casa y salimos a la galería a cerrar la caldera: «se acabó, aquí no se gasta ni un duro más en calefacción». Y después, cuando llega el buen tiempo, nos olvidamos del escarmiento, de modo que cuando vuelve el invierno volvemos a empezar, a darle rosca otra vez al termostato.
Por eso, sea cual sea el sistema de calefacción que utilizamos para aclimatar nuestra vivienda es recomendable hacer un uso racional, no sólo para que no se dispare la factura energética, sino también con la finalidad de disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), uno de los contaminantes responsables del aumento del efecto invernadero que está provocando el cambio climático del planeta.
De hecho, el malogrado Protocolo de Kyoto tiene una variante doméstica que muchos desconocen y de la que no se habla mucho, pero que nos señala también a nosotros como responsables del cambio climático, por eso tenemos que actuar con responsabilidad ambiental.
Tened en cuenta que una casa bien aislada puede reducir entre un 20 y un 40% su gasto energético y sus emisiones. Así, si queremos aumentar la temperatura en casa, antes de darle rosca al termostato, hay que pensar en las medidas de aislamiento, como la instalación de cristales dobles en las ventanas. Y este es el mejor momento para hacerlo.
Hasta el 11 de abril el Instituto Catalán de Energía (ICAEN) mantiene el nuevo «Plan Renove» de ventanas, con el que subvenciona hasta con 4.000 euros a los ciudadanos que decidan mejorar el aislamiento de su hogar cambiando las ventanas con una inversión mínima de 1.000 euros. El plan está dotado con 3,3 millones de euros y los interesados podrán pedir la ayuda directamente al ICAEN o a través de las empresas colaboradoras adheridas a la campaña Tenéis toda la información aquí: http://www.plarenovat2010.cat/.
http://www.ecoticias.com/sostenibilidad/22541/noticias-medio-ambiente-medioambiente-medioambiental-ambiental-definicion-contaminacion-cambio-climatico-calentamiento-global-ecologia-ecosistema-impacto-politica-gestion-legislacion-educacion-responsabilidad-tecnico-sostenible-obama-greenpeace-co2-naciones-unidas-ingenieria-salud-Kioto-Copenhague-Mexico